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¿Para qué sirven los cuentos?


¿PARA QUÉ SIRVEN LOS CUENTOS?

 

 

Uno de los recuerdos más hermosos y cálidos que tengo de la infancia de mis hijos, es el de las muchas noches en que,  después de una rica cena y un tibio baño, se sentaban en la cama con su pijama favorita puesta y su querido libro de cuentos. Luego tomaban un par de minutos para “negociar” el que querían que les leyera esa noche.  ¡Cuánto disfrutábamos tanto ellos como yo esos momentos que llevo atesorados en el corazón!

 

Hace poco mi hija se casó, y decidió llevarse a su nuevo hogar esa colección de cuentos que tanto disfrutamos, para que cuando llegue el momento, siga gozando de aquella mágica alegría cuando los lea para sus hijos.

 

Pero los cuentos no sólo sirven para convivir con nuestros hijos y para estimular su imaginación, sino que tienen muchas otras funciones útiles. Una de estas es, que los niños pueden procesar sus sentimientos o incluso resolver algunos de sus conflictos emocionales, a través de un proceso de identificación; es decir, que al identificarse (permítaseme la redundancia), con el personaje del cuento que logra vencer al dragón,  encontrar la salida del laberinto, o tal vez salvarse de las garras de la bruja o del malvado hechicero, el niño recibe indirectamente el mensaje de que si el personaje del cuento pudo resolver el problema, de seguro él también puede. ¡Qué hermosa manera de experimentar la esperanza!

 

Por otra parte, los cuentos le permiten que, de una manera socialmente aceptada, pueda entrar en contacto con sentimientos “inaceptables” hacia figuras con quienes es inadmisible tenerlos. Por ejemplo, es normal que un niño a veces sienta coraje con mamá o papá, pero no le es permitido expresarlo, ni siquiera reconocer para sí mismo que lo siente. Si lo expresa será rechazado y castigado; si lo reconoce para si mismo, se sentirá malo y culpable. En los cuentos se presenta el personaje de la bruja, el hechicero o la madrastra y el padrastro  -malos todos ellos-, para personificar esos sentimientos hacia los padres, que son inaceptables y vergonzosos. Así pues, con  la bruja, la madrastra o el malvado hechicero, sí se vale estar enojado, despreciarlos y hasta odiarlos.

 

Otra faceta interesante que tienen los cuentos, es que están plagados de símbolos que el inconsciente no sólo de los niños, sino también de los adultos, entiende perfectamente, aunque conscientemente no los comprenda o ni siquiera los note. Como ejemplo de esto, están las hadas madrinas y los magos, que representan la propia sabiduría y potencial interior; las palabras mágicas que abren puertas o transforman algo, simbolizando el poder creador del verbo, la palabra; los caminos que se bifurcan y que por el consejo de algún personaje mágico, se toma el lado adecuado y todo resulta bien, significando la importancia de creer y validar nuestra intuición o guía interior, para afrontar las disyuntivas y tomar las mejores decisiones en la vida. Las varitas mágicas que todo lo pueden, simbolizando el despertar del “kundalini” enseñado por tantas  filosofías orientales. Los príncipes azules por su parte,  que rescatan a la princesa y viven felices para siempre,  significando la importancia de armonizar los opuestos, la parte femenina y masculina dentro de sí mismo, el matrimonio dentro uno mismo, como paso necesario para ser capaces de tener relaciones de pareja maduras, felices  y sanas.

 

Y por si fuera poco, los cuentos transmiten a los niños innumerables mensajes profundos y útiles para su vida.

 

Por todo lo anterior, es muy recomendable contar cuentos a los niños, ya que además de ser una agradable experiencia de convivencia familiar que ellos y sus padres recordarán toda la vida, es un efectivo y mágico medio para estimular enormemente su imaginación y enseñarles cosas sobre la vida, sobre sí mismos y sobre su enorme  potencial interior.

 

 

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