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ESPECIALMENTE PARA LOS ABUELITOS (Y para que lo lean las madres y los padres)


ESPECIALMENTE PARA LOS ABUELITOS

 

(Y para que lo lean las madres y los padres)

 

¡Benditos sean los abuelos! No hay regazo que huela tan rico y se sienta tan tibio como el de las abuelas; no hay comida más deliciosa que la que sale de sus cocinas. No hay historias más fabulosas que las que los abuelos cuentan con un dejo de añoranza y orgullo, ni aprendizajes más trascendentes que los que ellos nos transmiten. La casa de los abuelos es un parque de juegos, un territorio de aventuras y un santuario.

 

A veces ellos no son percibidos así por sus propios hijos, pero sin duda alguna, si por sus nietos. Los abuelos son seres mágicos, bondadosos, sabios, amorosos y  valientes.  Han librado toda clase de batallas de la vida y salido de ellas airosos y sabios. Los abuelos son fascinantes, indispensables, irremplazables... Son símbolos míticos que usamos para representar lo especial y lo mejor; decimos: “La receta de la abuela”, “los consejos del abuelo”, “los remedios de la abuela”, “mi abuelo siempre decía…”, “el anillo de la abuela”, “el reloj del abuelo”.  En un momento de la vida, las fotos de ellos y sus pertenencias se vuelven sagradas… porque representan la vida misma, las raíces, el origen, la seguridad y la satisfacción de la necesidad de pertenencia.

 

En la situación de divorcio pueden llegar a representar la “salvación” de sus nietos, porque los apoyan y los cuidan. Yo me quito el sombrero ante ustedes, abuelas y abuelos que, aun cuando ya terminaron su responsabilidad con la vida al haber criado y educado a sus propios hijos ya adultos, aceptan “empezar de nuevo” al quedarse al cuidado de sus nietos, porque su hija/o divorciada/o lo necesita para poder irse a trabajar y mantenerlos. He escuchado de varios abuelos en esta circunstancia, que cuidar a sus nietos no les resulta fácil, pero que al mismo tiempo les han llenado la vida de alegría y significado.  Puedo entender muy bien ambas perspectivas.

 

En el contexto de esta situación familiar, en la que los abuelos se hacen cargo de cuidar a sus nietos, ya sea porque la hija luego del divorcio ha regresado a vivir a la casa paterna, o porque los cuidan mientras su hija/o se va a trabajar, con mucha frecuencia se presenta una dinámica que casi siempre es causa de confusión y conflicto. Me refiero al hecho de que los abuelos toman -porque las circunstancias lo precisan- el rol de autoridad en la vida de sus nietos. A veces esto alcanza niveles muy elevados, al punto de que prácticamente le dan un “codazo” a su hija/o, que es la madre o padre de sus nietos, sacándole del juego, excluyéndole de todo o casi todo lo que tiene que ver con el manejo de la autoridad y la educación de los nietos. En muchas ocasiones me he encontrado con casos como estos, en los que a la madre o padre se le quita su lugar como tal, y se le coloca en uno de hija/o de familia; como si fuera hermana/o de sus propios hijos, en lugar de su madre o padre.

 

De esta dinámica, por cierto nada sana, nadie en particular tiene la culpa; es el resultado del hecho de que los abuelos inconscientemente perciben el lugar de autoridad vacío, y ellos lo toman, porque su sabiduría les dicta que en una familia ese lugar debe ser ocupado por alguien. Esto significa que en dichos casos, es la madre ó padre de los hijos quien suelta la estafeta, porque le pesa la carga, porque no puede cumplir con su deber ya que se encuentra muy agobiada/o, deprimida/o, o por simple flojera y comodidad.

 

Se establece entonces una dinámica que puede llegar a ser muy perjudicial para todos, y muy especialmente, para nuestros amados hijos/nietos. 

 

En otros casos, esta doble autoridad se convierte en un verdadero conflicto, cuando se genera una lucha de poder entre por ejemplo, la abuela y la hija: la abuela descalifica y desdice las órdenes de su hija y lo mismo hace esta con las de la abuela. He escuchado a muchas mujeres en esta situación, expresar con tristeza como su mamá no respeta lo que ellas le dicen a su hijo y cómo la descalifica y la considera incapaz de ser una buena madre. Lo mismo puede suceder entre el abuelo y el hijo. 

 

Es entendible que por su experiencia de la vida, los abuelos a veces sientan el impulso a tomar la batuta y la dirección total de la orquesta, pero es muy importante que sean conscientes de que esto puede ser contraproducente.

 

¿De qué manera podría esto ser perjudicial?  

 

Cada hija/o necesita –sobre todo cuando se es niña/o- tener claro quién es la figura de autoridad a la que debe seguir.  Cuando esta es imprecisa, o peor aun, contradictoria porque proviene de diferentes fuentes, le provoca al niño una sensación de inseguridad y confusión, además de que se dificultará de manera dramática el poder establecer las tan valiosas normas y disciplina dentro del hogar. Cuando estas son discordantes porque provienen de abuelos y padres/madres, que “jalan” para diferente lado, esa sensación de inseguridad y confusión se incrementa y los hijos, consciente o inconscientemente, se cuestionan: ¿a quién hay que hacerle caso?, ¿quién manda en esta casa?, ¿a quién hay que escuchar y obedecer? Por otra parte, los hijos que viven bajo este esquema de autoridad doble y contradictoria, tienden a volverse manipuladores y convenencieros, aliándose a la fuente de autoridad que más le convenga según las circunstancias.

 

Más allá de nuestros recelos, luchas de poder o competencia por la atención y cariño de los hijos/nietos, recordemos que lo que más nos importa es el bienestar de ellos, que ninguna culpa tienen de todo lo demás.  Por ello, es importantísimo que acomodemos cada cosa en su lugar, respetando la sagrada Ley de la Jerarquía, en base  la cual, nadie puede destituir a la madre o al padre, a quienes les corresponde y tienen el derecho, de ocupar su lugar como tales, en la vida de sus hijos.

 

Expresado en términos de la vida cotidiana, diríamos, que por el bien de tus hijos/nietos:

 

·      Ambos, abuelos y padres, deben respetar y apoyar la autoridad del otro. Si no estás de acuerdo en alguna orden, manejo, permiso o regla que se le ha planteado a los hijos, se lo dirás en privado a quien la dio, no enfrente de ellos, expresándole las razones de tu desacuerdo. 

 

·      Frente a tus hijos, apoya la orden que ya les fue dada por el padre, madre o alguno de los abuelos. Por ejemplo: “ya te dijo tu papá que no puedes salir a jugar hoy, y así se va  a hacer”. “Tu abuela dijo que le ayudes a lavar los platos, hazlo por favor”.

 

·      En muchos asuntos -que es imposible enlistar porque pueden ser innumerables-, los abuelos deben decir a sus nietos: “vamos a ver qué dice tu papá al respecto,” “pídele permiso a tu mamá y si ella dice sí entonces iremos”, “vamos a hablar esto con tu mamá/papá haber qué decisión toman”, etc.  

 

·      Es muy importante que de manera conjunta, padres y abuelos establezcan ciertas normas que se aplicarán en casa, sin importar quienes están a cargo de los hijos en determinado momento, y que todos los adultos se apeguen en cumplirlas y respetarlas. Por ejemplo: primero se hace la tarea y luego se ve televisión. Se juega con la computadora solamente una hora; Se permite comer sólo una golosina entre comidas, etc. 

 

·      Ustedes abuelitos, son la autoridad cuando los padres no están presentes, por eso con frecuencia serán quienes toman las decisiones, pero cuando los padres o uno de ellos está presente, hay que regresarles la batuta.  

 

·      Es así de simple: la autoridad de los padres, debe estar en primer plano, la de los abuelos le sigue. La ley de la Jerarquía es puro sentido común y tiene una razón de ser. Respetarla mantiene la armonía y el equilibrio en la familia.

 

Otro aspecto muy importante es que, así como en el capítulo 7, en el apartado POR EL BIEN DE TUS HIJOS… SE IMPECABLE CON TUS PALABRAS, hablé del daño que le hacemos a nuestros hijos al hablar mal de su padre/madre delante de ellos o con ellos, en este espacio insisto en esa enfática recomendación, ya que es común que abuelos y padres se enfrasquen en la crítica sobre el/la ex, delante de los hijos. También es común que así como el padre o la madre les hablan mal a sus hijos de su ex,  de igual manera los abuelos lo hagan con sus nietos. Por todas las razones que ya expliqué en el capítulo 7, debemos evitar estos comportamientos tan destructivos y dañinos para nuestros amados hijos. 

 

Abuela/os amada/os... Gracias en nombre de todos los hijos y los nietos… por su apoyo, su amor, su sabiduría y tantas cosas que nos dan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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