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¿CÓMO ENTENDERTE MEJOR CON TUS HIJOS?


¿CÓMO ENTENDERTE MEJOR CON TUS HIJOS?

 

 

Pareciera que comunicarnos los unos con los otros debería ser fácil y natural.  La verdad es que no lo es, debido al hecho de que cada uno traemos una “maleta” llena con las experiencias de nuestra historia personal, que nos van moldeando e influyen en gran medida en nuestra percepción, sentimientos, creencias y comportamientos. De tal manera que lo que para una persona significa una cosa, para la otra tiene un significado totalmente diferente.

 

Así pues, en la vida cotidiana, todos los días nos topamos con una infinidad de fallas en la comunicación con nuestros seres queridos, las cuales en la mayoría de los casos son más fáciles de solucionar de lo que nos imaginamos.  Pero como por lo general no somos conscientes de ellas, tampoco se nos ocurren las soluciones.

 

Veamos algunos ejemplos: Si tú le dices a tu hijo: “arregla tu cuarto”, tanto para ti como para él, esa expresión tiene significados diferentes. Quizá tú lo que deseas es que tienda la cama muy lisita y parejita, ponga la mochila sobre el escritorio, la ropa sucia en el cesto, los juguetes en la caja, los colores en el bote y los libros en el librero. Pero para tu hijo, tal vez ese “arregla tu cuarto”, significa tapar la cama con la colcha para que no se vea el desastre de sábanas que está abajo, amontonar todo lo posible sobre el escritorio y otro tanto en el closet, para que no se vea.  Y luego llegas tú a revisar y se desata un conflicto, porque eso no es lo que esperabas cuando dijiste “arregla tu cuarto”. 

 

En otra situación, puede ser que le hayas dicho a tu niño: “si te portas bien mientras esperamos a que nos atienda el doctor, te voy a comprar una nieve al salir”. Y resulta que el niño jura que se portó bien, pero eso no es lo que tú consideras portarse bien y por lo tanto no le compras la nieve… y luego… conflicto seguro.

 

Y tal vez le dices a tu adolescente que si coopera en casa, el fin de semana le comprarás esos tenis que quiere. Llega el día fijado para la “evaluación” de su desempeño y… conflicto seguro, porque lo que tu adolescente considera haber sido súper cooperativo,   tú consideras no haberlo sido en absoluto. 

 

¿Qué hay que hacer entonces?  Tan simple como ser muy pero muy específicos en nuestra manera de comunicarnos. Si le dices a tu hijo “arregla tu cuarto”, dile con todo detalle a qué te refieres. En lugar de decirle “si te portas bien mientras esperamos a que nos atienda el doctor, te compraré una nieve al salir”, dile de manera específica: “si no te pones a brincar en los sillones y te quedas sentado en lugar de andar corriendo y gritando mientras esperamos al doctor, te compraré una nieve al salir”. Así también, en lugar de decirle a tu adolescente: “si cooperas en casa te compraré los tenis el fin de semana”, dile específicamente: “si lavas los trastes de la cena todas las noches, el fin de semana te compraré eso que quieres.

 

Así mismo, es muy importante desarrollar el hábito de preguntar a nuestros seres queridos y en el caso que nos ocupa en este apartado, a nuestros hijos, a qué se refieren cuando nos comunican algo.  Por ejemplo, si tu adolescente te dice: “es que tú no me entiendes y no me apoyas”, antes de empezar a discutir o a defenderte (como generalmente hacemos), pregúntale: “¿A qué te refieres? ¿Qué necesitas que haga para que sientas que te entiendo y te apoyo?” 

 

Comprobarás que con esta sencilla herramienta, la comunicación con tus seres queridos, con todas las personas con quienes interactúas y hasta contigo mismo, se volverá más clara, fluida, agradable y efectiva. 

 

No demos por hecho que las palabras abstractas significan lo mismo para todos. No es así.  ¡Cada cabeza es un mundo!

 

 

 

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