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¿CÓMO ESTABLECER UNA VERDADERA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA?


¿CÓMO ESTABLECER UNA VERDADERA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA?

 

 

El diccionario define COMUNICACIÓN, como la acción de transmitir, conversar, hacer contacto. Esta definición me gusta, pero me agradará más si le agrego lo que he llegado a conocer,  palpar y  confirmar a lo largo de mi vida. Yo entonces,  definiría COMUNICACIÓN, como: “la acción de transmitirte y mostrarte todo  lo que soy, tanto mi luz como mi sombra y de estar abierta a recibir lo que tú eres,  tu luz como tu sombra y así poder comprendernos, respetarnos y amarnos tal como somos. A esto  le llamo “estar unidos alma con alma”. Y ésta es la verdadera  comunicación.

 

¿Te suena fantasioso e imposible de realizar?  Créeme que no lo es, aunque tampoco fácil, porque hemos creado factores que nos lo dificultan. No obstante, al ser conscientes de ellos, podemos revertir el proceso y crear algo diferente.  Aun cuando existen muchos factores que impiden una comunicación sana en la familia y nos alejan a unos de otros, mencionaré simplemente, tres recomendaciones que, si las observamos y desarrollamos, traerán grandes y positivos cambios en la comunicación con las personas y con nuestros seres queridos en particular.

 

Uno de ellos es desarrollar la capacidad de “ponernos en los zapatos del otro”. Esto significa poder ver, sentir y percibir una situación desde sus sentimientos y su punto de vista,  no con el propósito de justificar su conducta, sino de comprender -sin juicios- sus “porqués”. Dicha actitud nos conduce a ser compasivos y respetuosos hacia su historia y sus heridas, ya que, después de todo, todos tenemos algunas.

 

Otra eficaz herramienta de la verdadera comunicación en la familia, es la capacidad de escuchar. Me llama la atención la fuerte tendencia que casi todos los seres humanos tenemos, a interrumpir cuando el otro está hablando, con el propósito de defendernos, justificarnos o revirarle lo que está diciendo, recordándole que él lo ha hecho también.  Algunas veces ni siquiera escuchamos a la otra persona, porque nuestro diálogo interno está muy ocupado haciendo juicios o planeando la respuesta para que sea ¡tan buena! que nos haga ganar la “competencia”. 

 

Otra faceta que toma esta incapacidad de escuchar, es la muy frecuente conducta de que, en lugar de poner toda nuestra atención en el otro cuando nos habla, dejamos que nuestra mente se desvíe hacia mil lugares y asuntos, y en verdad no estamos escuchando nada. Esto se torna realmente “grave”, cuando quien nos está hablando es uno de nuestros seres queridos, y peor aun, cuando lo que nos está hablando tiene que ver con sus sentimientos, necesidades, y su mundo interior.

 

Desarrollar la capacidad de escuchar significa, tener la voluntad de poner atención al otro cuando se expresa y desarrollar la disciplina de dominar al diálogo interno que nos distrae o la boca que quiere interrumpir para establecer su punto.

 

La capacidad de respetar las diferencias y aceptarnos unos a otros tal como somos,  es otro factor que contribuye a la sana comunicación. Con mucha frecuencia queremos cambiar a los demás, criticándolos y  enjuiciándolos porque no son como nosotros quisiéramos  que fueran, convencidos de que sabemos mejor que nadie cómo debe ser cada persona y de que tenemos la verdad absoluta sobre lo que es correcto o incorrecto.

Nos cuesta mucho aceptar que los demás sean diferentes y los queremos cambiar a nuestra manera,  porque entonces viviremos muy cómodos y así no tendremos que trabajar en cambiarnos a nosotros mismos.  Como si nos dijéramos por dentro: “todos sean como yo quiero, para que yo viva muy a gusto y no tenga que incomodarme  en cambiar”. 

 

Para desarrollar la capacidad de respetar las diferencias, es útil confrontarte con frecuencia a ti mismo con estos cuestionamientos: “¿quién dice que yo tengo la verdad absoluta?” “¿quién me ha otorgado el derecho para andar queriendo cambiar a todos?” “¿quién dice que yo sé lo que los demás deben ser, saber, hacer, pensar, sentir? 

 

 

La familia es, o debería ser, nuestro santuario, el espacio que nos acoge y proporciona la seguridad, el sentido de pertenencia y las herramientas necesarias para ir por la vida.  ¿No crees que vale la pena cualquier esfuerzo que hagas para que cumpla su  hermosa e importante función?

 

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