¿POR QUÉ LOS ADOLESCENTES HACEN TANTO RUIDO?
En infinidad de ocasiones me lo he preguntado. He leído muchas explicaciones de expertos, he llegado a algunas conclusiones por mi misma, y todavía no doy con la respuesta que me satisfaga al 100%. Quizá no hay una sola, y todas tengan algo de verdad. De hecho, si las combino todas, me quedo bastante satisfecha con el resultado.
El hecho innegable es que donde hay adolescentes, hay ruido… y ¡mucho! Si hay dos o más platicando, lo hacen a gritos; es muy improbable encontrar adolescentes hablando en voz baja y con un lenguaje corporal sereno. Si escuchan música, el volumen tiene que estar altísimo, todo es alboroto, manoteos y escándalo cuando están juntos. ¡Ah qué etapa de la vida tan interesante!
¿Por qué los adolescentes son tan ruidosos? ¡Sólo Dios lo sabe! Porque ni siquiera ellos. Hace poco se lo pregunté tan dulcemente como pude, a un grupo de cuatro que se encontraban junto a mí en la sala de espera de un aeropuerto, haciendo una gran alharaca. Con gran entusiasmo y toda clase de manoteos y movimientos, uno me contestó: “no sé… Pues… ¡porque así somos!”... y acto seguido los cuatro soltaron una estruendosa carcajada y continuaron con su eléctrico escándalo. Me dediqué a observarlos con una mezcla de fascinación, cariño y enfado hasta que llegó la hora de abordar el avión, rogando que sus asientos quedaran muy lejos del mío; por fortuna así fue.
Lamentablemente no se lo que yo hubiera respondido a esta pregunta cuando tenía esa edad. Aunque no era escandalosa o rebelde en extremo, si recuerdo muchos episodios de ruidosas pláticas, drama y ridículo histrionismo con mis amigas, por cualquier cosa o causa, que nos atraían las miradas –a veces muy desaprobatorias- de todos los que estaban a nuestro alrededor o pasaban junto a nosotros.
¿Por qué los adolescentes necesitan hacer tanto ruido? Yo he llegado a la conclusión de que este es uno de los grandes misterios de la vida. Pero por hoy me quedaré con lo que comenté con anterioridad: no hay una respuesta única, y todas las propuestas sin duda tienen algo de verdad. Yo te las presentaré a continuación y tú sacarás tus propias conclusiones.
· Están en un momento de muchos cambios a nivel físico, emocional, mental y espiritual. Demasiados procesos internos que les causan confusión, dudas y desasosiego; por lo tanto, necesitan el ruido que los distraiga y los saque de semejantes transformaciones profundas que están enfrentando, que sin lugar a dudas a veces pueden ser abrumadoras.
· Debido a que en esta etapa de la vida, la “tarea” a lograr es el establecer su propia personalidad y su propia filosofía de la vida, su psique desarrolla una peculiar característica, que es la rebeldía. A través de su ruidosa conducta, van en contra de las normas establecidas por los adultos.
· Su cerebro no ha terminado de madurar cierta área de la corteza, que tiene que ver con procesos mentales abstractos y con el raciocinio maduro o adulto. Por lo tanto, tienen que “vivir fuerte”: escuchar fuerte, actuar fuerte, percibir fuerte, expresar fuerte, para poder internalizar y procesar las múltiples experiencias que viven día a día. Como si tuvieran que experimentar la vida “con lupa” para poder procesarla.
· Esa actitud de gritar, manotear, y hacer tanto escándalo, les da una sensación de poder y seguridad. A través de ella “se hacen presentes” en el mundo donde quiera que se encuentren. Por medio de ella se dicen a sí mismos y le dicen al mundo: “¡Aquí estoy!”
· Su gran actividad hormonal, les proporciona altos niveles de motivación y entusiasmo, que se “transpiran” en su manera de actuar.
· Un gran frenesí los invade, debido a todo lo nuevo que experimentan y hacen al llegar a esta etapa y que no experimentaban ni hacían cuando eran niños: salen solos, van a fiestas, se enamoran, toman decisiones, aprenden a manejar y mucho más.
· Simplemente… ¡porque son adolescentes!
Sea como sea, el hecho es que, como dijo no me acuerdo quien: “¡lo mejor de la adolescencia es que algún día pasa!