Temas para vivir mejor

¿QUÉ ES EL SUFRIMIENTO?


¿QUÉ ES EL SUFRIMIENTO?

 

 

Voy a comenzar presentando algunas hermosas frases sobre las cuales desarrollaré este apartado:

 

“El sufrimiento es la resistencia a aceptar la realidad”

                                                                Larrañaga

 

Sufrimiento es la tensión existente entre lo que de hecho es y lo que creemos que debe ser”

           Frank

 

“Ante el sufrimiento tenemos dos alternativas: crecer o amargarnos”

                                                               Victor Frankl

 

“Si no quieres sufrir, no esperes nada, no desees nada, no necesites nada”

                                                                Buda

 

Puede parecer una ofensa de mi parte comentar sobre estos rayos de sabiduría en los que ya está dicho todo. Con sólo leerlos, cambia de inmediato la perspectiva que tenemos de nuestras “cosas dolorosas”, y entendemos con profundidad el porqué nos parecen así.

 

No obstante, me voy a conceder el derecho que me da el ser la autora de este libro, para agregar algunas ideas respecto a esta vivencia que llamamos sufrimiento, y que pareciera acompañar a tanta gente en su día a día.

 

En gran medida, el sufrimiento es producto de la mente. Quienes se han dedicado a estudiarlo, proponen que el 90% de este es materia subjetiva y por lo tanto, está en nuestras manos el neutralizarlo o transformarlo.

 

Esto quiere decir que es el significado que le damos a la experiencia, y no la experiencia misma, lo que nos hace sufrir.  Por ejemplo, una mujer puede darle a la experiencia de no tener pareja, un horrendo significado: una mujer sin pareja vale menos, la sociedad no ve bien a una mujer sin pareja, sólo con una pareja se puede ser feliz, etc. etc. Son esos significados los que la hacen sufrir, de manera que si los transforma, también cambiarán sus emociones y creencias al respecto.

 

Aun una experiencia tan devastadora como la de perder a un ser querido, puede ser más llevadera si quien la vive le da un significado que la pueda suavizar.  Vemos cómo quienes pasan por algo como esto, dicen cosas como: “Dios se lo llevó para que le ayude a cumplir tal misión; le sirve más en el cielo que acá en la tierra”; “ya cumplió con la misión que te tocaba en la tierra y ya no tenía nada que hacer aquí”; “ahora es un angelito que me cuida a donde quiera que voy”; “Dios se lo llevó para poner a prueba mi fe y confianza en él”, etc.  No digo que estos significados no sean verdad, lo serán o no, qué se yo. Lo que quiero destacar aquí, es el hecho de que el dárselos, suaviza un poco el aniquilante dolor, al cambiar la percepción de la experiencia.

 

Asociando estas ideas con las grandes verdades que mencioné al inicio de este apartado, comprendemos cómo el sufrimiento tiene que ver con la no aceptación de la realidad, con el aferrarnos a que debería ser diferente, en lugar de abrirle los brazos a la experiencia que nos está tocando vivir.  Abrirle los brazos y aceptar vivirla, no tiene que ver con conformarnos y no hacer nada por lograr lo que deseamos o por superar la situación, tiene que ver por el contrario, con ACEPTAR lo que no podemos cambiar.

 

He comprobado una y mil veces, cuando he tenido que pasar por experiencias muy difíciles, que mientras más me resisto a vivirlas, más dolorosas y pesadas se vuelven. En esas etapas difíciles de mi vida, he aprendido a quedarme quieta y expresar con todo mi ser: “acepto vivir esta experiencia. Le abro los brazos, la honro, la bendigo y decido creer que me está sucediendo para algo bueno, para mi Bien Mayor”.  He invitado a muchas personas con quienes he trabajado, a hacer este acto de “rendición”, que no es de derrota, sino, insisto, de aceptación.  De inmediato la percepción de la experiencia cambia, la fortaleza interior se renueva, la pesada carga se aligera, y entonces la experiencia puede cumplir su función, que es, llevarnos a aprender algo, a volvernos más luminosos y sabios.

 

Cuando pasamos por algo muy duro de sobrellevar, cuando sufrimos, tenemos dos alternativas, como Víctor Frankl propone: crecer o amargarnos. Con todo lo dicho hasta aquí esta sabia verdad cobra sentido y no necesita ninguna explicación. 

 

Voy a terminar presentando la hermosa “oración de la serenidad”, que no le pertenece a ninguna religión o corriente filosófica, y que es desde mi punto de vista, la expresión más sublime de esta aceptación y rendición a la experiencia:

 

“Dios concédeme:

Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar

Valor para cambiar aquellas que si puedo

Y sabiduría para conocer la diferencia”.

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