¿CÓMO HABLAR A LOS NIÑOS DE LA MUERTE?
Permitir a los niños expresar todas sus dudas, fantasías, miedos y preocupaciones respecto a la muerte, es indispensable para que ellos puedan integrar este hecho como parte natural de la vida, y así mismo, procesar y superar un duelo cuando pierden a un ser querido.
Es primordial tocar el tema de forma serena y natural, y tener la sabiduría de responder NO SÉ, cuando no conocemos la respuesta a alguna de sus preguntas.
Así mismo, es muy importante comunicarles que no todas las personas piensan lo mismo sobre la muerte y hablarles con palabras y ejemplos de acuerdo a su edad, y siendo congruentes con nuestras creencias al respecto.
Muchas veces, las preguntas y reflexiones de los niños respecto a la muerte, surgen al enterarse de que falleció algún conocido de la familia, o un ser querido. No obstante, de alguna manera desde muy pequeños están en contacto con la muerte, por ejemplo a través de los cuentos, cuando les hablan de que se muere el dragón o a bruja o los padres del niño que en su lugar tiene padrastros. Así mismo, en la vida real, de seguro que más de alguna vez han visto algún animal muerto. La muerte pues, forma parte de la vida desde que somos pequeños.
Sin embargo en cada etapa existen ciertas diferencias en la manera en que se concibe la muerte, y el conocerlas nos permitirá hablarles de ella a nuestros hijos, de la manera más adecuada posible.
En edad preescolar, los niños entienden la muerte como si fuera un estado temporal y reversible, ya que eso es lo que ven en los dibujos animados; el personaje muere, pero después de unos segundos se reincorpora como si nada hubiera sucedido. A un niño de esta edad se le murió su pollito. La mamá se sorprendió por la reacción tan serena que tuvo cuando lo encontró tieso la mañana de un domingo. Lo tomaron y juntos lo enterraron en el jardín. La tarde de ese día el niño preguntó que dónde estaba su pollito. La mamá impactada le dijo que se acordara que se murió y lo habían enterrado. “Sí, pero eso fue en la mañana, ¡dónde está ahorita!” respondió el niño. Cuando se trata de la vida real, es importante explicarles que su abuelo, mascota o quien sea que haya muerto, ya no va a volver, porque morirse es así, y por supuesto habrá que apoyarlos para que puedan expresar todos sus sentimientos ante ello.
Entre los 4 y 9 años aproximadamente, los niños son capaces de entender que la muerte es definitiva y que todos los seres vivos mueren algún día. Es en esta etapa cuando comienzan a tener muchas preguntas acerca de la muerte, tales como: ¿qué sucede después?, ¿qué pasa con el cuerpo?, ¿hay algo más además del cuerpo?, etc. Cabe insistir en la importancia de estar totalmente abiertos a escucharlos y responderles con sinceridad lo que pensamos al respecto o decirles NO SÉ, cuando sea el caso.
A partir de los 10 años, tienen una plena comprensión de que la muerte es irreversible y segura y están conscientes de que ellos también morirán algún día. En ciertos casos, esta conciencia provoca miedo a algunos niños y por lo general les sucede a los que a lo largo de su infancia les han inculcado creencias basadas en la culpa y el terror, tales como que se irán al infierno si no son buenos niños, etc.
En la adolescencia comienzan a formular sus propias creencias filosóficas respecto a la muerte, y estas a veces son diferentes de lo que sus padres les enseñaron cuando niños. Si este es el caso, nunca hay que molestarnos con ellos por esto, sino comprender que están en el proceso de establecer su propia filosofía de la vida, lo cual incluye la de la muerte. En lugar de molestarnos por las diferencias, abrámonos al diálogo abierto y respetuoso.
Sea cual fuere la edad de nuestros hijos y sus cuestionamientos, sentimientos o reacciones respecto a la muerte, nuestra actitud serena, abierta y sincera les será de gran apoyo para aprender a relacionarse con este hecho inevitable y natural, que es parte de la vida.