Algunos niños presentan una reacción que puede confundir a los padres y hacerles creer que “no pasa nada”. Tal fue el caso del hijo de una pareja de amigos míos. Cuando le explicaron amplia y claramente a su niño de 8 años que se iban a separar, éste dijo simplemente: “bueno, está bien”, se dio la media vuelta y regresó a la sala a seguir jugando. Los padres creyeron que lo había tomado muy bien y que su decisión no le afectaba en lo absoluto. De hecho, por algunos días lo “presumían” ante otros amigos afirmando que la razón de esa reacción, era que el niño estaba muy sano emocionalmente.
Yo les comenté que mejor estuvieran alertas a cualquier cambio en los comportamientos del niño, quien no tardó en presentarlos, manifestando ansiedad cuando su mamá no estaba literalmente pegada a él y necesitando que alguien estuviera sentado en su cama para poder quedarse dormido, porque tenía miedo. Cabe aclarar que esto no le sucedía antes del anuncio del divorcio, y era su manera de manifestar los sentimientos que este le provocó, ya que no lo pudo hacer de manera directa.
Aunque muchas veces los hijos manifiestan sus sentimientos de forma directa y abierta, en otras ocasiones lo hacen indirectamente a través de cambios en sus comportamientos.
Signos que debemos tomar en cuenta:
Estos son algunos de los signos y síntomas que los hijos pueden presentar, a través de los cuales manifiestan los sentimientos que no han podido expresar directamente:
Cuando durante el proceso de divorcio los padres notamos cambios en el comportamiento de nuestros hijos (que con frecuencia son las formas en que encubren sus sentimientos), hay que motivarlos a expresarnos lo que piensan y sienten. Hay que preguntarles directa y abiertamente cómo se sienten respecto al hecho de que nos hayamos separado, cuáles son sus dudas y miedos respecto al futuro, o a cualquier otra situación. Si no quieren hablar, está bien, no hay que presionarlos, pero sí dejarles bien claro que cuando quieran hacerlo, estamos dispuestos a escucharlos y de ninguna manera recibirán un regaño o crítica por ello.
Más adelante hablaré sobre la forma en que podemos ayudar a nuestros hijos a procesar y sanar sus sentimientos. Estas herramientas serán útiles no solo para los hijos de padres divorciados, sino para todos aquellos que por cualquier razón, pasan por una situación que les ha generado un desequilibrio emocional.
Propuesta clave
“Hija/o, es normal que sientas lo que sientes, no está mal que estés enojado o triste o que tengas miedo. Puedes hablarme de eso y de todo lo que quieras, cuando lo necesites; puedes llorar cuando necesites hacerlo. No te vamos a criticar ni a regañar. Algún día tu tristeza, tu miedo y tu enojo van a pasar y te vas a sentir contenta/o y tranquila/o”.