He encontrado que lo que te voy a compartir en este espacio funciona muy bien para mí. Así mismo ha funcionado para muchos de mis pacientes y alumnos y es posible que también para ti. No obstante, tómalo como una base sobre la cual puedes construir tus propias formas.
El primer paso para convertir la envidia en una aliada para crecer, es reconocer que la sientes. Sentir envidia no te hace malo o despreciable. Es una condición humana y como tal tiene una función y propósito como ya lo comentamos.
El segundo paso es identificar qué es lo que envidias, para que encuentres el mensaje que tu alma te quiere dar, es decir, qué es eso de tu vida que necesita ser atendido.
El tercer paso es, -aunque al ego no le gusta-, reconocerle verbalmente a la persona que envidias, ese rasgo que le admiras. Por ejemplo: “te felicito por tus logros y tu éxito profesional”. “¡qué bonito cuerpo tienes!” “tu presentación estuvo de primera” “tienes un carisma increíble con la gente”, “felicidades por tu nuevo puesto”, etc., etc. Las sensaciones que experimentarás al hacer esto serán muy agradables, sanadoras y hasta conmovedoras, ya lo verás.
El cuarto paso, es preguntarle a la persona respecto a eso que le envidias… pedirle que te enseñe: “¿cómo le haces para tomarte la vida con calma y ser paciente?” “¿cómo has logrado tener la valentía de correr riesgos para realizar tus sueños?” “¿cómo le haces para ser fiel a ti mismo sin importarte el qué dirán?” “¿qué haces para mantener tu cuerpo tan bello?” “Has construido una hermosa relación de pareja, ¿cuáles son tus secretos?”
Como siempre, es necesario tener claro que toda la vida seguiremos proyectando en otros, nuestros propios asuntos y reaccionando ante ello. Lo importante es pues, no suponer que esto que es parte de la vida, desparecerá, sino darnos cuenta cuando sucede, tomar nuestra parte de responsabilidad y apreciar y honrar este hecho inevitable.
Utilizar la proyección para sufrir y culpar a otros, o para crecer y conocerme, es mi decisión.