Se le llama duelo, al conjunto de estados emocionales y comportamientos que se suscitan cuando perdemos algo. La muerte de un ser querido, la ruptura de una relación, una quiebra económica, la pérdida de la salud, de una objeto preciado, etc. nos inducirán a un duelo, el cual va siempre unido a las pérdidas de todo tipo y en el caso que nos ocupa, al divorcio. Los padres pasan por su propio duelo, y de igual manera los hijos.
Como mencioné en la Introducción, este libro se ocupa de los hijos y es el proceso de duelo de ellos y cómo ayudarlos a superarlo, lo que trataré en este capítulo. A los padres les recomiendo atender su propio duelo buscando ayuda profesional o leyendo libros al respecto; entre ellos les recomiendo el de mi autoría “Todo pasa… y esto también pasará” Cómo superar las pérdidas de la vida.
Un proceso de duelo implica la vivencia de una variedad de estados y sentimientos, que van desde la negación, la culpa, el miedo, el enojo y la tristeza, hasta la resolución del duelo, que conlleva aceptación y paz. En este apartado trataré cada uno de ellos por separado, desde la perspectiva de cómo podemos apoyar a nuestros hijos a superarlos.
Muchas personas creen que los hijos de padres divorciados están destinados a sufrir y fracasar en la vida. Otros se van al otro extremo y pintan de rosa la situación afirmando que no tendrá ningún efecto sobre ellos. Ambas son posturas radicales y relativas.
La verdad es que -siendo realistas y honestos- el divorcio es doloroso para los hijos (para algunos más que para otros). Aun cuando hay hijos que piden y hasta presionan a su madre o padre para que terminen esa relación por lo disfuncional, conflictiva y dolorosa que es para toda la familia, y ante el divorcio de sus padres experimentan paz y alivio, de todas maneras esos hijos (como todos los de padres divorciados), pasarán por un inevitable proceso de duelo.
Los padres podemos hacer mucho para apoyar a nuestros hijos mientras transitan por este proceso y lograr que salgan de él bien librados. De hecho, la realidad muestra que muchísimos hijos -niños, adolescentes y adultos- de padres divorciados, no presentan ninguna clase de desventaja en ningún aspecto de su vida, ya sea personal, familiar, social o profesional. Y así mismo, una gran cantidad de hijos de padres que están juntos toda la vida, presentan problemas emocionales y de personalidad, que se manifiestan en fracasos en diversas áreas de su vida: personal, familiar, social o profesional.
De igual forma, muchísimos hijos de padres que se quedan juntos toda la vida, son personas felices, sanas, productivas y exitosas en todos los sentidos y también lo son muchísimos hijos de padres divorciados. La actitud, madurez, amor, apoyo y manejo sabio de los padres, ya sean divorciados o no, es condición necesaria para que esto suceda.
Con el fin de apoyar a nuestros hijos para superar su proceso de duelo ante el divorcio de sus padres, es de suma importancia dejarles bien claro que en nuestro hogar “se permite” expresar los sentimientos, cualquiera que estos sean. Cuando -de la manera que sea- los expresen, no hay que regañarlos, burlarnos, descalificarlos o invalidarlos, sino por el contrario, escucharlos con empatía y respeto.
Con frecuencia, cuando los hijos no se atreven a expresarnos verbalmente lo que sienten, es útil sugerirles que lo escriban. Al parecer muchos se sienten más confiados y seguros utilizando la valiosa herramienta que es el escribir. Pueden permitirnos leerlo o no, eso dependerá de ellos y a fin de cuentas no es lo más importante, sino desahogarse a través de la escritura.
El juego es otra herramienta muy valiosa y efectiva, a través de la cual los niños pequeños pueden exteriorizar sus sentimientos y procesarlos; y lo harán sin duda. Hablaré de esto ampliamente más adelante.
Sea como sea, (hablado, escrito o actuado), expresar lo que sienten es una “catarsis”[1] que les ayudará en gran medida a superar el duelo por el divorcio de sus padres.
También es muy importante reconocer cuándo será conveniente y necesario proporcionarles apoyo profesional para que puedan procesar todos sus sentimientos y dudas. En el caso de los niños pequeños por ejemplo, la terapia de juego les ayudará de manera muy eficaz a exteriorizar y procesar sus sentimientos. En los casos de hijos mayores, existen otros tipos de terapia que también serán igualmente eficaces y que el terapeuta utilizará de acuerdo a la evaluación que lleve a cabo del caso, así como a la edad y circunstancias relativas al hijo. El terapeuta sabrá que hacer.