Temas para vivir mejor

INVISIBLE PARA EL MUNDO


 

El mundo exterior responde al mensaje que damos respecto a nosotros mismos, el cual se forma a partir de nuestro autoconcepto (lo que se cree respecto a sí mismo). Es  como si fuéramos por la vida portando un letrero que los demás leen bien claro. El de algunas personas dice: “soy valioso, respétame”, el de otras señala: “merezco ser maltratado”, el de alguien más expresa: “soy tonto y aburrido, ignórame”; “no existo” dice el de los seres invisibles. Cada persona que –metafóricamente hablando- pasa a nuestro lado por la vida, percibirá ese mensaje y responderá a él. Por eso los seres invisibles son tratados como tales por los demás.  

 

En la medida que sanamos, y como consecuencia incrementamos nuestra autoestima, ese letrero, creado por nuestro autoconcepto, se modificará, mostrando mensajes como: “soy valioso, respétame” “Sé amar y merezco ser amado” y por ende, comenzaremos  a encontrar por la vida personas que  son capaces de percibir mensajes como esos y de responder a ellos. Es por eso que las personas sanas se relacionan con gente sana también, y las personas enfermas, con sus iguales.  En pocas palabras, atraemos a quienes vibran en la misma frecuencia que nosotros. 

 

Cuando en cualquier situación de mi quehacer profesional, encuentro a esas  personas invisibles,  excluidas, siempre les digo con amor y respeto. ¡Toma tu lugar en la vida! ¡Plántate con los pies firmes sobre la tierra! ¡No te quedes “al final de la fila”! ¡Reclama y toma el lugar físico y energético al que tienes derecho, poséelo y plántate firmemente en él!

 

En una ocasión, durante el receso de un curso que estaba impartiendo, un hombre de unos 40 años se me acercó y me pidió unos minutos para comentarme algo sobre lo cual quería mi consejo. Estábamos bien metidos en la plática, cuando una mujer –de esas personas que nunca faltan- se nos acercó; sin más ni más, con voz fuerte y acaparadora, comenzó a formularme una pregunta, arrebatándonos abruptamente, a mi interlocutor la palabra, y a mí el oído que le prestaba. 

 

El hombre hizo silencio de inmediato, agachó la cabeza, se encorvó ligeramente y se dio la media vuelta iniciando la retirada en un intento de darle privacidad a la arrebatadora. Yo soy buena para poner límites a estos irrespetuosos invasores, así que lo hice: le dije a la mujer que estaba ocupada hablando con este hombre, y que debía esperar a que terminara. A él lo detuve en su intento de retirada y le insté a que siguiera adelante. 

 

Aproveché la situación, -lección de vida en vivo-  para hacerlo consciente de su actitud de sumisión, de dejar su lugar, de permitir que le arrebaten lo que le corresponde (en ese momento era mi atención) y le llevé a reflexionar en el hecho de que muy probablemente muchos de sus problemas en la vida, y específicamente el que me estaba contando, tenían que ver con esta actitud. Algunos meses después me interceptó después de una conferencia que impartí en la ciudad donde él vive; me dijo que aquello había sido una verdadera revelación para él y que había modificado sustancialmente dicha actitud, lo cual le ha traído como resultado, sorprendentes  y saludables cambios en diversas áreas de su vida.

 

“En todo lo que hacemos somos autobiográficos” decía mi maestro Federico Pérez, significando esto que en cualquier comportamiento, por mínimo que sea, mostramos aspectos muy profundos de lo que somos. Y así, en el caso mencionado, este hombre mostró esa actitud que tenía ante la vida en general.

 

Cecilia  de 30 años, es la menor de una familia de 6. Su madre viuda murió intestada.  Los 5 hermanos de Cecilia se reunieron para ponerse de acuerdo en cuanto a la repartición de la única herencia que dejó su madre: una modesta cuenta bancaria. A Cecilia le informaron que habían decidido repartirse ese dinero entre los 5, ya que ella era la que menos lo necesitaba porque no tenía hijos, y al fin y al cabo ni era tanto. Ella otorgó su aceptación a través del silencio;  siempre había sido así… invisible… excluida…como si no fuera parte de esa familia.    

 

Sólo después de una sesión de terapia, comprendió que no debía aceptar tal decisión, que ella era también una hija de sus padres, y como tal, tenía los mismos derechos que todos los demás, y en esta situación específica, el derecho a recibir su parte de la herencia de su madre, aun cuando fuera una mínima cantidad.  

 

Es claro que esta manera de ser se aprende en la familia. De tanto recibir el mensaje de “no eres importante, no mereces, estás es segundo (o cuarto o décimo) lugar” la persona termina creyéndolo y aprende a no reclamar sus derechos, que nomás por ser parte de esa familia, le corresponden.  Luego, por un proceso de generalización, lleva este patrón a otras áreas de su vida. Vale aclarar que estos mensajes rara vez se dicen con palabras; por lo general van implícitos en diversas situaciones familiares, en las cuales se deja al hijo en último plano y de mil maneras se le ignora. 

 

Recordemos que el lenguaje verbal (lo que decimos con palabras) ocupa sólo alrededor del 15% de la comunicación, de tal manera que lo que hacemos es mucho más poderoso  que lo que decimos.  Con esto dejamos claro que son los actos de exclusión e indiferencia hacia el hijo, los que le dejan el mensaje de que no cuenta, no es importante, no merece, no existe.

 

Los padres son los que en primera instancia establecen la posición de invisibilidad para el hijo, y enseguida es el resto de la familia (hermanos y demás parientes) quien lo continúa. Así pues, el hijo primero es invisible para sus padres, después para el resto de la familia,  luego para si mismo, y para el mundo.     

 

Con gran frecuencia, los que se quedan invisibles poseen muchos talentos, pero no los expresan porque tienen miedo a fracasar o a ser rechazados, tal como lo fueron en la infancia, en cada uno de sus intentos por ser vistos.

 

Los que se quedan invisibles, insisto, es porque lo han sido para sus padres, en consecuencia para el resto de la familia; luego para si mismos y por ende, para el mundo. 

 

 

Facebook

Registro

REGISTRATE para recibir información sobre la autora y sus libros

Debes ingresar un correo