Dice Deepak Chopra que si bien es cierto que en el dar se generan más bendiciones, es más difícil recibir. ¡Sí que lo es! Es difícil abrirnos a ello. Se considera de buena educación el negarnos a recibir, no sólo cosas materiales, sino hasta halagos. Cuando alguien nos halaga, lo que se considera correcto es que respondamos: “¡Ay no!.... ¡de ninguna manera!... ¡nada de eso!
Imagínate que mal te verían y cómo te juzgarían si ante un halago como: “Qué inteligente y atractiva/o eres”, respondieras: "si, realmente soy inteligente y atractiva/o, ¿verdad?”.
Sin duda es difícil recibir, pero yo tengo la convicción de que si no sabemos recibir de los seres humanos, no sabremos recibir de Dios. Dicho de otra forma, Dios generalmente utiliza a otros seres humanos para darnos todo lo que pedimos. ¡Pero a veces funcionamos de una manera tan extraña! Por ejemplo:
Recuerdo a una paciente de veintitantos años, cuyo papá murió dejándoles deudas importantes a ella y a su mamá. En el lapso de un mes tenían que pagar $75,00.00 que no tenían y ambas oraban todos los días con profunda devoción, pidiéndole a Dios que las ayudara a salir del problema.
El jefe de la joven y su esposa, unas personas mayores y generosas, le ofrecieron ayuda. Él le dijo que la vida había sido muy buena con ellos, que tenían mucho dinero y querían apoyarla en eso prestándole ese dinero. Que no se preocupara por cómo devolverlo. Si lo pagaba en un año o en veinte o nunca, estaba bien. Ellos no lo necesitaban.
Yo le pregunté: "¿y qué le dijiste?" A lo que ella me respondió: "¡por supuesto que no acepté, me da muchísima pena!
¡No lo podía yo creer! y le dije: "Tú y tu mamá están orando todos los días pidiéndole ayuda a Dios en esto, y cuando la ayuda llega, la rechazas. ¿Cómo esperas que Dios te de esa ayuda? ¿Esperas que se te aparezca un ángel con los billetes en la mano? ¿Esperas que Jesucristo mismo se te aparezca y te entregue un cheque? ¿O que mientras caminas por la calle te caigan los billetes del cielo? Claro que es posible que cualquiera de esas cosas suceda, pero yo creo que Dios está respondiendo a sus oraciones a través de la ayuda que tu jefe te está ofreciendo".
Esto me recuerda el cuento del hombre que se encuentra en alta mar en un barco que se está hundiendo. Le pide a Dios con toda su fuerza, que lo salve y le dice que confía ciegamente en que Él lo hará. Después de unos minutos se aproxima un bote salvavidas y se le insiste en que suba, pero el hombre responde: "no, Dios me salvará". Sigue orando con toda su fuerza y al cabo de un rato llega un helicóptero que le lanza una escalera para que suba, pero él se niega y repite: "Dios me salvará".
Finalmente, el hombre muere ahogado y cuando llega al cielo se encuentra frente a frente con Dios e indignado le reclama: “Yo siempre creí en ti y fui una buena persona. Te pedí con toda mi fe que me salvaras y confié ciegamente en que lo harías... ¡me fallaste! ¡Me traicionaste!". Y Dios le respondió: "te envié un bote salvavidas y no lo aceptaste, luego un helicóptero y te negaste a subir en él. Yo respondí a tu petición enviándote ayuda, pero tú no la quisiste recibir."
Se dice que Dios usa nuestro sistema de creencias para ayudarnos y concedernos milagros, de manera que no los rechacemos. Y yo creo que eso es muy cierto. Imagínate que si estás pidiendo solucionar un problema económico, apareciera el dinero en tu escritorio, o fueras caminando y cayera del cielo. Seguramente te asustarías y pensarías que alguien está tratando de involucrarte en un delito o que tal vez es dinero falso. Simplemente, no lo podrías entender como un milagro para ti.
Entonces, para fin de que te abras a recibir esa ayuda de Dios, te será enviada a través de un medio que puedas aceptar, como el hecho de que alguien te regale o te preste el dinero, consigas un crédito en el banco, hagas un buen negocio uno de esos días o hasta te saques la lotería.
A veces, cuando pedimos (no sólo dinero, sino lo que sea), cometemos el error de “indicarle” a Dios cómo nos lo haga llegar. Eso cierra y limita los muchos caminos y formas por las que nos podría llegar. Por eso, -dice Orin- debemos pedir la esencia de lo que queremos, lo que esperamos obtener al recibir “eso”, en lugar de “eso” en sí mismo.
Una amiga estaba triste porque hacía más de un año que no veía a su hija que vivía en Europa. Me decía: “Martha, no he podido reunir el dinero para el avión. Por más que intento ahorrar, se me vienen cosas inesperadas y tengo que gastarlo. Y le he estado pidiendo tanto a Dios que pueda reunir ese dinero.”
Yo recordé esta enseñanza de Orin y le dije: “¿Por qué en lugar de pedir el poder reunir el dinero no pides el poder visitar a tu hija?
A la semana me llamó por teléfono impresionada y ¡fascinada! Me dijo que cuando hablamos, de inmediato empezó a pedir el poder visitar a su hija. El fin de semana se reunió con sus hermanas en una comida familiar en la cual se encontraba también su adinerado cuñado.
Surgió en la plática el tema de su hija y su cuñado le preguntó: “¿Cuánto hace que no la ves?” “Más de un año”, le respondió mi amiga. Su cuñado, seguramente adivinando el porqué, sacó su chequera y le extendió un hermoso cheque por un poco más de lo que costaba el pasaje de avión… ¡Y se fue a ver a su hija!
¡Hay tantas cosas maravillosas bajo el sol para cada uno de nosotros!... ¡Hay suficiente para todos!