Temas para vivir mejor

POR EL BIEN DE TUS HIJOS… ¿Con quién deben vivir?


Esta es otra de las preguntas que con demasiada frecuencia, los padres divorciados o a punto de hacerlo, me expresan. Es imposible dar una respuesta “machote” ante tal cuestionamiento, porque cada caso debe ser evaluado de manera individual, tomando en cuenta todos los factores alrededor de las circunstancias de la familia.

 

No obstante, a continuación plantearé algunas ideas generales, algunas propuestas, algunas reflexiones, que te pueden ayudar a encontrar tus propias respuestas y tomar las decisiones que mejor convengan a tu familia.

 

En primer lugar te pido que te hagas consciente de que NUNCA debemos pedir a los hijos que sean ellos quienes tomen esta decisión, como ya lo comenté con anterioridad en el apartado sobre las paradojas. Es sumamente angustiante tener que elegir entre sus progenitores, y además  ser los causantes de la incomodidad, tristeza o enojo del padre que no fue el elegido, y recibir las consecuencias.

 

Cabe hacer la aclaración de que en algunos casos, cuando los hijos son adolescentes o mayores, es posible tomar esta decisión conjuntamente con ellos, pero eso es muy diferente que preguntarles: “¿con quién quieres vivir?” y dejar sobre sus espaldas la carga de elegir y asumir todas la consecuencias.

 

En general, cuando los hijos son niños (menores de 12 años aproximadamente), pareciera ser más conveniente que vivan con su mamá, si es que ella está en condiciones físicas y mentales de hacer frente a esta responsabilidad. Por lo general las madres quieren esto, y ese deseo proviene de su naturaleza femenina, de su “instinto maternal” que la capacita de manera plena para llevar a cabo esta función. No significa que el padre no esté capacitado para ello, o que sea menos importante en la vida de sus hijos, sino que en la infancia, los lazos con la madre, en cuyo vientre estuvo por 9 meses, de cuyo pecho recibió alimento y vida y en cuyo regazo encontró arrullo y sosiego, todavía están en proceso de fortalecerse, para que el niño termine de establecer y realizar la “tarea” de la infancia: adquirir seguridad, confianza, autoestima, etc.  

 

De ninguna manera quiero ser malinterpretada en el hecho de suponer que el padre no proporciona esos valiosos recursos a sus hijos durante la infancia.  Su presencia es primordial  en la vida de ellos, tanto como la presencia de la madre.[1] Lo ideal sería que los niños vivieran con ambos padres, pero si no puede ser así y se tiene que elegir entre uno de ellos, en la infancia es por lo general más recomendable quedarse con la madre.

 

Esto no exime de su responsabilidad al padre, y la importancia de que esté cerca de sus hijos es indiscutible. Su invaluable presencia en la vida de ellos, marcará una diferencia en sus vidas: entre ser fuertes o débiles, exitosos o fracasados, felices o miserables, hombres de verdad o caricaturas de hombre. Todo esto depende del padre, esa es la parte que nadie más que él les puede proporcionar. Y ya ampliamente hablé del gran error que cometemos cuando nos divorciamos no sólo de nuestra pareja, sino también de nuestros hijos, porque los abandonamos.

 

Otra de las alternativas que en general son recomendables, es que cuando los hijos son varones adolescentes o mayores, bien pueden vivir con su padre. Esta es una edad en que la presencia y convivencia con la energía masculina del padre, ayuda a los hijos varones a establecer y fortalecer su propia masculinidad, su fuerza, su capacidad de producir, de manejar la vida, de lograr metas y solucionar problemas.  No necesariamente los hijos varones tienen que vivir con su padre para logar estas metas, pero ya sea que lo hagan o no, la presencia cercana, la intervención de su modelo masculino, su padre, es importantísima también en esta etapa de la vida.

 

Cabe aclarar que, aunque he hecho una especie de diferenciación sobre la función de la presencia materna y paterna en las diferentes etapas de la vida de nuestros hijos, de ninguna manera esto debe ser interpretado como si el padre o madre no fuera importante en cierta etapa y en otra sí. Insisto en dejar claro, que ambos son insustituiblemente importantes en todas las etapas de la vida de los hijos, pero en algunas específicamente la energía masculina o femenina –paterna o materna- cobran una relevancia particular.

 

En algunas ocasiones uno de los hijos, de cualquier edad, dice que quiere irse con el padre con el que no vive.  Con frecuencia esta petición provoca que se haga un gran drama como si esto fuera el fin del mundo. No lo es en absoluto. Los hijos tienen derecho a pasar un tiempo con el otro padre con quien no viven,  a saciar sus ganas de convivir más o de plano vivir con él/ella o a experimentar otro tipo de rutinas y cotidianidad.  Una mención o petición como esta por parte de un hijo, nunca debe ser motivo para que lo hagamos sentir mal o lo regañemos, sino hay que analizar con él la situación, las posibilidades y las acciones que deberemos tomar para que pueda vivir esa experiencia. A veces esto es posible, a veces no, porque el padre con el que el hijo se quiere ir, rechaza su petición. En ocasiones por motivos válidos y reales, en otras, por su flojera de responder al compromiso que implica atender, cuidar, alimentar, llevar, traer... a los hijos.

 

En un caso así, hay que explicar bien claro al hijo, que no hay nada malo en él, por lo que su mamá/papá no acepte que se vaya a su casa. Explicarle que no puede atenderlo por X razones y que no es su culpa ni ha hecho nada malo para que esto sea así. Esto disminuirá la posibilidad de que el hijo se sienta rechazado, indeseable, o culpable por suponer que algo malo que él es o hizo, provoca que su papá/mamá no acepte que se vaya a vivir a su casa.

 

Existen claras excepciones que cambiarán de manera radical lo dicho en este apartado. Me refiero a las situaciones en que uno de los padres presenta problemas físicos, emocionales o psicológicos en general, que lo hacen incapaz de cuidar de sus hijos, como pueden ser: enfermedades físicas limitantes; adicciones; abuso físico, psicológico o sexual; actos de extrema irresponsabilidad en el cuidado de sus hijos debido a una personalidad inmadura y enferma; comportamientos depravados o inmorales, etc. En casos como estos, debemos siempre buscar apoyo profesional, tanto psicológico como legal para proteger a nuestros hijos al conseguir que no vivan con el padre ó madre que presenta dichos problemas.

 

En fin, dentro de este amplísimo abanico de posibilidades y opciones con las cuales responder a la pregunta de: ¿con quién deben vivir?, confía en que tu sabio corazón te guiará para tomar las decisiones y llevar a cabo las acciones, que sean mejores para tus hijos.



[1] Hablaré ampliamente de la importancia de la presencia del padre en la vida de los hijos, en el apartado: “ESPECIALMENTE PARA LOS PADRES”                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

 

 

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