¿CÓMO ENSEÑAR A LOS NIÑOS A COMPARTIR?
Los padres en general, tenemos un genuino deseo de que nuestros hijos sean personas generosas, ya que este hermoso valor les da soporte y guía en la vida y les abre las puertas de la abundancia y la prosperidad. Desde mi punto de vista, la generosidad más que un valor, es una manifestación de nuestra naturaleza superior. Observemos cómo la naturaleza, -que es una gran maestra y en ella encontramos todas las respuestas- es generosa a manos llenas.
En una ocasión, por pura curiosidad, enterré un jitomate medio podrido en un rincón de mi jardín. Pronto germinaron un montón de plantitas, que crecieron y me dieron una gran cantidad de jitomates. Sentí una enorme gratitud hacia la madre tierra, que me devolvió multiplicado ese jitomate que sembré.
Esta es justamente la primera recomendación que te quiero dar para enseñar a los niños a compartir: hay que hacerlos conscientes de la generosidad de la naturaleza. Siembren algo juntos y hazles ver cómo unas semillas o un hueso que siembras, se te regresa multiplicado. O como una plantita con flores que sembraste, sigue creciendo dándote más y más flores. Háblales de la generosidad del sol, que a todos nos da vida, luz y calor para poder vivir, y lo hace de manera incondicional, sin importar si somos pobres, ricos, buenos ó “malos”. Hazlos conscientes de la bondad del aire que nos proporciona abundancia de oxígeno disponible para todos, de la generosidad del mar, etc.
Otro recurso útil para enseñar a los niños a compartir, es que les ayudes a ser conscientes de que cuando dan o prestan algo, la persona que lo recibe goza, se pone contenta, lo disfruta, o hasta satisface una necesidad o resuelve un problema. A los niños les gusta mucho ser los causantes de que alguien se ponga feliz. Hazle ver qué contento se puso su hermano o su amigo cuando le prestó el juguete; cómo está disfrutando su abuelita el pedazo de pastel que le compartió; qué feliz te pusiste tú cuando te prestó su lápiz o te dio algunas de las palomitas de maíz que está comiendo. Los niños sienten una gran satisfacción y gozo al ver que el otro se alegró por lo que hicieron, le prestaron o le dieron.
Y finalmente, como siempre lo digo, la mejor manera de enseñar a los niños algo, es que los padres SEAN eso que quieren enseñar. No basta con hablar de ello, hay que SER. Así, si tus niños ven que le ofreces a tu pareja un bocado de tu platillo porque está tan delicioso que quieres que lo disfrute contigo; si compartes con otros y con ellos, tu dinero, tu comida y en general las cosas que te gustan en la vida, tus hijos, sin lugar a dudas aprenderán a compartir. Pero sobre todo, hazlo con gusto.
Quiero hacer énfasis en esto de dar con gusto, porque lamentablemente muchas madres y padres no lo hacen así. Lo que le dan a sus hijos (o a otras personas), ya sea dinero, cuidados, comida o cualquier otra acción o cosa de tantas que les damos, vienen acompañadas de mala cala, reclamos y quejas. Será imposible que nuestros hijos aprendan a compartir y hacerlo con gusto, si los padres tenemos esa actitud al hacerlo.
El dar y compartir “por obligación” o por “quedar bien” no sirven para nada; no echan a andar en lo absoluto, las fuerzas de la prosperidad, y mucho menos servirán para enseñar a tus hijos, esa sublime cualidad. Que vean que cuando das, lo haces con agrado, porque de esa manera les estás enseñando que compartir no es una obligación ó una condición de la “buena educación” sino una necesidad del alma, un verdadero placer proveniente de nuestra naturaleza superior, que desea que otros también experimenten el gozo que a ti te proporciona lo que tienes.